lunes, febrero 25

Por hoy somos como el dragón, por hoy no hay ser mas poderoso que yo, tu cuerpo es mío y tus ojos serán mi guía.

Hoy tu corazón latirá como nunca, somos solo tú y yo. Cuanta fuerza, cuanta energía… no dejes que miren tus ojos, que esperaremos el momento justo para con una mirada destruirlos.

NO necesitamos dormir, no necesitamos comer ni pestañar.

Hoy que salí, hoy que somos dragón y me has dejado caminar por ti; hoy no hay mar, cielo o tierra que nos pueda aplastar.

Míralos!, son pequeñas cucarachas tratando de mi poder escapar; de nuestro poder.

Dale princesa escoge una, que me bastará mover un dedo, y por ti la destruiré…

Lo quieres a él; JAJAJA. No hables más, primero con mi vos lo seduciré, será el mas maravilloso canto que haya escuchado; como el marinero cae rendido ante el mágico sonido de las sirenas; se lanzara a mis pies. Una y otra vez la daga le clavaré, gritara y exclamara piedad; al mismo tiempo en que su pecado lo hará desear más. Su sangre machada en mi cuerpo ser mi excitación, y mientras la bebo de una copa; cuando este tirado a mis pies, bañado en su debilidad carnal, lo golpeare tantas veces que jamás volverá a sentir placer. Desgarrado clamara misericordia y con mi espada la estocada final le sumergiré

O quizás… quizás quieras a aquel; también puedo ser mujer; atraerlo a mi seno, arrullarlo y luego… luego torturarlo; un dedo, una mano, un latigazo; puedo convertirlo en lo que odia y niega; porque eso es. Al final si sangre quiere mi princesa; sangre le daré


Unos instantes de paz

El veneno se va mezclando con cada trago de café y al igual que lo siento recorrer mis venas e intoxicar mis pulmones; puedo sentir como aquel se va apoderando de mi, poseyendo mi cuerpo, mis músculos, liberando mi mente; dejándome sentir la brisa del viento como una caricia que se lleva mi sufrimiento.

Me enseña que SÍ existe un Dios y su grandeza esta en cada gota de esta lluvia que me roza, en los árboles que inclinas sus hojas para saludarme.

Va bajando las murallas, quitándome; por unos minutos; la venda de los ojos, dejándome apreciar cada segundo que ahí sentada siento que vivo. Ahora soy parte del agua que corre en la fuente y aquellas sombras que antes me perseguían por unos instantes serán mis amigas.

La vista desde el balcón es el retrato de lo que un día soñé y los gatos negros se han vuelto blancos.

Incluso podría de aquí saltar y no morir; porque al igual que el humo puedo con el aire ir y venir