Me enseña que SÍ existe un Dios y su grandeza esta en cada gota de esta lluvia que me roza, en los árboles que inclinas sus hojas para saludarme.
Va bajando las murallas, quitándome; por unos minutos; la venda de los ojos, dejándome apreciar cada segundo que ahí sentada siento que vivo. Ahora soy parte del agua que corre en la fuente y aquellas sombras que antes me perseguían por unos instantes serán mis amigas.
La vista desde el balcón es el retrato de lo que un día soñé y los gatos negros se han vuelto blancos.
Incluso podría de aquí saltar y no morir; porque al igual que el humo puedo con el aire ir y venir
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