No dudo que me equivoque, no digo que todo será igual, quizás hasta no tenga cara para verle a ojos los a mi madre, no es que no agradezca las palabras, pero no tienen derecho a juzgarme, a señalarme a enojarse.
Miren sus huellas que no son tan distantes, ni diferentes a las mías, quizás la suerte es lo único cambiante entre ustedes y yo.
Necesito un hombro que me entienda y no que solo lo pretenda, mientras a escondidas escupe en mis heridas.
Me hacen más daño golpeando mi alma, que aquel que golpeo mi corazón.
El dolor me mata y la incertidumbre me mutila, necesito un bastón para poder caminar mientras aprendo a vivir mi nueva vida; mas nadie que por mi camine y la viva.