domingo, junio 4

una esperanza marchita

En el más oscuro rincón de la habitación siento como un par de dagas atraviesan mi corazón, la frustración me acecha y me atrapa en un inmenso dolor que mata como la más letal enfermedad.

Me muero poco a poco... quizás lo único que me mantiene es el latido de un corazón que vive por instinto. De mí no queda más que el polvo y la sombra de lo que fui o pude ser. Morir o vivir que diferencia hay sí aunque caminando estoy hace mucho caí.

La pequeña llama que guardaba una esperanza se ha extinto, se apagó en el aceite de la tristeza, en el agua de la amargura, se apagó en el llanto de un ser que ya no tiene porqué vivir.

Hoy solo me queda esperar aquella muerte que deseo con ansias, hoy el alma se ha partido en mil pedazos, el rostro se ha quebrado y la esperanza se ha ido.

Hoy quisiera morir y hasta en eso he fallado, no tengo el valor de terminar con todo el sufrimiento, le tengo miedo al infierno cuando he vivido en él tanto tiempo.

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