Tememos un final sin advertencia,
Tememos un abandono sin estrellas
Tememos al anhelo del abrazo que se niega
Tememos a ser la comidilla del fracaso
Pero más tememos a nosotros mismos
que por aceptación nos negamos.
Tememos al rechazo, a la crítica, al comentario
Tememos a ser visibles y
nos mata la invisibilidad
Tememos hablar
pero nos consume el tener que callar
el que no nos lleguen a escuchar
Tememos al amigo que se convierte en conocido,
a la muerte, de aquel que es más que vecino
pero más tememos a estar condenados al exilio.
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