En tiempos de guerra nuestra mente y corazón se unieron, formando el más grande dragón.
Nuestra alma se quisieron llevar, cortándonos las alas nos quisieron matar.
Como el dragón que emerge desde el fondo y atraviesa las diferentes cataratas, nos levantamos mecidos por el sufrimiento, el dolor y la traición.
Formamos la hermandad en donde solo existe la verdadera lealtad y logramos ver el sol al despertar.
Cabeza, corazón y alma, son la fuerza del dragón que en nuestra piel se ha marcado, que emerge del océano, y se esconde en nuestras manos.
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